LOS JUEGOS VAN A EMPEZAR

GANAR ES FAMA Y FORTUNA PERDER ES LA MUERTE SEGURA!

NO ME HABLES DE AMOR HISTORIA POR CAPÍTULOS


Cap. 1

Por azares del destino, resulté vencedora de los Juegos del Hambre junto a mi compañero tributo Peeta Mellark. Mejor dicho no fue una cuestión de suerte, simplemente me limité a hacer lo que el Capitolio deseaba ver.

Pensar en la Arena me hacía estremecer de miedo, recordar cada día, cada hora, cada minuto. Lo más doloroso es recordar a Rue, mi pequeña aliada del distrito 11... Aún puedo escuchar los gritos de
Cato en la Cornucopia, mientras los mutos, esas criaturas de aterradores ojos desgarraban su cuerpo.

Pero lo más difícil de todo no es recordar los horrores del estadio, ni las muertes durante esos enfermos y sádicos juegos... Lo más difícil es aclarar en mi mente lo que siento por Peeta Mellark; poder diferenciar lo que hice por las grandes presiones del Capitolio y lo que hice por mi misma, porque yo quería, sin que nada ni nadie me obligase. Me sonrojo de sólo recordar una de nuestras noches juntos... En verdad había deseado con todas mis fuerzas que ninguna de las entrometidas cámaras del Capitolio hayan tenido la oportunidad de capturar esos momentos. Aun que eso seria
imposible...

~FLASHBACK~

-¿Qué tal está tu pierna?-le pregunté a Peeta, preocupada puesto que lo había escuchado
quejarse hacia unos minutos.

-Todo está bien Katniss, no te preocupes -me sonrie, pero vi cuanto trabajo le costaba.

-No te creo nada -repuse con toda mi convicción -No me importa lo que opines, yo iré a ese banquete
mañana. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y tomó mis
manos entre las suyas...

-Por nada del mundo quiero que te arriesgues a acercarte a esa maldita Cornucopia. Prefiero morir
con la pierna deshecha a perderte en manos de Cato o la Comadreja.

Sus palabras se quedaron jugando en mi mente, junto con su mirada cargada de algo que no sé bien
como definir; no sé si sea amor, preocupación, miedo o una
mezcla de las tres...

-Estaré bien -le aseguré -Pero no creo que tú dures mucho con la pierna en ese estado.

-Prefiero perder la pierna antes que perderte a ti -Me dice Peeta que con mucha dificultad se acerca a mi y me besa.

No era uno de esos besos forzados para las pantallas de Panem, ni como uno de los pocos besos tiernos que no eran forzados. Éste era diferente, estaba repleto de desesperación, como si hubiera pasado días sediento y por fin encontrase agua. Recordé la sensación de que el agua recorriera mi garganta después de los horrores de la deshidratación. Yo no sabía que hacer. Sentía como sus labios se movían apresuradamente contra los míos, no resultaban cálidos, eran abrasadores, como si su fiebre saliera a través de su boca.

Me tomó por la cintura y me estrechó contra él. Ahora el que estaba en llamas era él. Por un momento recordé la cantidad de cámaras que debía haber ocultas por toda la arena, seguramente
alguna estaba por ahí, para los ojos de todo el país esa escena resultaría tremenda; los amantes trágicos del distrito 12 compartiendo un momento tan
íntimo... Pero él único que verdaderamente parecía desear lo que ocurría era Peeta. Me imaginé que yo tendría un aspecto pasmado, estaba totalmente rígida y apostaría mi arco a que mi rostro no denotaba expresión alguna.

"Dales lo que quieren,preciosa"

Casi podía escuchar la voz de Haymitch detrás de mi oreja,
presionandome para que mostrara ante los ojos de toda la nación unos sentimientos que, francamente,
no sabía si existían o no. Pensé en Prim, en mi madre, en Gale y su familia, en todas las personas de La Veta... No podía permitirme perder una oportunidad como esta para conseguir un poco de atención de los patrocinadores; mientras mas les daba al Capitolio, más obtenía de mis patrocinadores y más oportunidades tendríamos de salir vencedores de esta maldita Arena.

Desconecté mi mente de mi cuerpo y le respondí el beso, sin emoción al principio, pero el fervor con el
que me besaba encendió algo dentro de mi que me hizo responderle con igual intensidad, una de mis manos acarició su cabello y su cuello. Me sobresalté
por un momento, esa caricia no era actuada... El beso no era actuado... O al menos no del todo, tal vez había una parte de mi que de verdad deseaba ésto. O quizás era mejor actriz de lo que jamás hubiera sospechado.

Mientras yo forzaba mis besos y caricias, Peeta parecía entregar todas sus fuerzas en ese beso y en
como su mano recorría una y otra vez mi cara, como si la estuviese memorizando con su tacto. El contacto de sus labios contra los míos me parecía eterno, pero
no era del todo molesto. Abrí los ojos y me alejé un poco para respirar, él volvió a aferrarse a mi rostro sin haberme dado tiempo siquiera de cerrar los ojos y los mantuve muy abiertos durante una buena parte del segundo beso.

Sin darme cuenta de lo que hacía, los cerré lentamente y dejé que todo fluyera. Sus manos dejaron mi rostro y se concentraron en tocar mi cuello, mis manos, y un poco de mi vientre... Al separarnos, él dio un profundo suspiro. Yo sólo me aparté sin decirle nada.

¿Cuánto de ese momento había sido actuado, y cuánto había sido por mi propia voluntad? ¿Cuánto
de esto había sido por complacer al Capitolio y cuánto de esto me había hecho sentir satisfecha a mí?

Lo cierto es que no lo sabía, pero las caricias de Peeta Mellark en mi piel se sentían tan bien como el suave contacto de la seda.

*FIN DEL FLASHBACK*

Por supuesto que mis deseos no se cumplieron. En todos los distritos vieron como nos besábamos,
como intercambiábamos tímidas caricias, abrazados en el suelo de esa cueva. Panem estaba al borde de la euforia; el dramático romance de los tributos del distrito 12 había hecho que los Juegos tuvieran un giro inesperado y nunca antes visto; que dos participantes salieran victoriosos.

Claro que nadie sabía la terrible verdad detrás de lo que todos consideraban un amor verdadero que había llevado a ambos enamorados al borde del suicidio.

Todos creían que era un romance marcado por la desgracia. La realidad era muy distinta; sólo el
chico del pan de verdad albergaba un sentimiento de amor en su interior. Pero yo, por mi parte, no tenía ni idea de lo que sentía por Peeta Mellark ni en el presente, ni en nuestros días en el estadio...


cap. 2


La Gira de la Victoria no había hecho nada más que aumentar mi confusión. Actuábamos nuestro
romance para las multitudes que se reunían las plazas de los distritos. Ok Creo que debo corregir eso último: Yo actuaba un romance, pero por parte de Peeta todo era sincero. La noche de nuestra visita al distrito 11, después de ver a la familia de Rue y Tresh en la plaza, todas mis emociones se habían concentrado en mi estómago y mi garganta formando un nudo enorme que me
impedía articular palabra. Me quedé despierta hasta muy tarde, ignorando el sonido del tren, imaginando que jamás había ido a los Juegos, que aún vivía en mi antigua casa de la Veta, que Rue jamás había sido el objetivo de esa lanza...

Mientras intentaba borrar de mi mente la imagen de la niña atrapada en la red, sin mucho éxito, Peeta se acercó a mí.

-¿Estás bien? -Preguntó, poniendo su mano sobre mi hombro.
-Pareces triste...
-Es sólo que estaba recordando a Rue... -Suspiré, si alguien podía entender esos extraños momentos
que conformaban los malos recuerdos del estadio, ése era él. Comencé a llorar; no sabía si era por Rue, por haber causado que asesinaran a ese anciano, por haber
hecho que los ciudadanos de Panem decidieran rebelarse y murieran debido a ello, si extrañaba mi antigua vida en la Veta, por no saber que pensaría mi
padre de haber seguido con vida... Me cuesta admitir que Gale apareció en más de una ocasión en mi lista de posibles motivos para llorar, pero es más difícil aceptarlo teniendo los brazos de Peeta rodeándome en un intento por consolarme.

Me solté con toda la delicadeza de la que fui capaz, pero mis movimientos eran torpes. Entre las lágrimas podía ver su expresión consternada, y me di cuenta
de que una vez que me alejé de él, el llanto ya fluía de forma incontrolable... Me estrechó contra él, y sus manos recorrían mi
cabello una y otra vez, su contacto me relajaba. Ni siquiera recordaba que estábamos en el tren. Su
abrazo se había vuelto más firme, y había descendido de mis hombros a mi cintura, me acercó aún más y me senté en su regazo, un segundo después sentí sus labios sobre los míos. No era un beso tierno, era incluso más intenso que aquel que
nos dimos cuando estábamos refugiados en la cueva.

En ese momento mi cerebro se apagó por completo, no podía razonar, sólo era consciente de
las caricias de Peeta, que eran abrasadoras, sentía que mi piel humeaba donde se posaran sus manos.
-¿Porqué no detenía ésto? ¿Porqué me gustaba la manera en la cual sus dedos trazaban delicadas líneas por todas partes? ¿Porqué aún seguía sintiendo que no estábamos lo suficientemente
cerca? ¿Porqué sentía que estaba traicionando a Gale, a Peeta e incluso a mí misma?

"Convenceme a mí" -Podía escuchar la voz del presidente Snow y oler esa mezcla tétrica de sangre y la peste de las rosas modificadas del Capitolio. Tomé
aire y dejé escapar un gran suspiro.

Todo había cambiado al recordar al presidente... Primero había sido capaz de devolverle el beso a Peeta por mi propia voluntad, pero súbitamente recordé todo lo que estaba en juego; mi familia, el
distrito 12, todo Panem dependía de mí y de mi actuación. Unos cuantos besos y caricias lindas ante
las cámaras no serían suficientes para contener la magnitud de lo que se avecinaba si no actuaba para satisfaceir al Capitolio.

Peeta me miraba, parecía confundido por mi reacción.
-¿Porqué el cambio? -Me preguntó, encogiéndose de hombros al ver la forma tan rapida en la que me había levantado. -Todo empezó tan bien... Y de pronto te alejaste, tan
rápido como si te hubieras quemado.
-No... No es eso...-suspiré de nuevo.
-¿Entonces? -me dice extendiendo su mano. Éste es el momento Katniss...-pensé- ¡Es ahora o nunca!
-Acércate otro poco a mi... -le dije con un tono suplicante y cargado de necesidad sin resultar lastimera.
Tomé la mano que me ofrecía y el chico del pan me obedeció. Se deshizo de la poca distancia que
nos separaba. Ésta vez fui yo la que inicio el beso, pero Peeta parecía inseguro. No tenía idea de como debía proceder en estos momentos, y decidí seguir
besándolo, aumentando la intensidad a cada segundo.

A la mañana siguiente, amanecí en la misma cama que Peeta Mellark, como solía suceder últimamente.
No sería algo fuera de lo común de no ser por la pila que formaba nuestra ropa en el suelo a menos de un metro de nosotros...

cap.3




Reuni todo mi valor para no salir corriendo y gritando en ese instante de la habitacion. Digo, no
porque no haya estado de acuerdo, si mis recuerdos de la noche anterior son correctos, fui yo quien le había insistido para que se acercara, fui yo quien comenzó, fue mi idea... Entonces; ¿Porqué me sentía tan mal y a la vez tan... bien? Era un sentimiento por demás contradictorio. Me enderecé y quedé sentada en mi lugar, tan lejos de Peeta como me lo permitia el espacio que habia dejado en la cama.

¿Acaso no me sentía cómoda apoyada en su pecho?

Estar rodeada por sus brazos me daba una sensación de seguridad y sentir los latidos de su corazón y el calor de su piel contra la mía me recordaban que no estaba sola, que había alguien que me comprendía y
al verlo dormir el parece tan fragil y a la vez fuerte, pues no habia señal de sufrimiento por ningun lado, al contrario a un dormido se veia... Feliz!!.

Por un momento me arrepentí de haberme movido de donde estaba, pero si permanecía ahí no podría
pensar claramente. Analizando la otra parte de la situación; me sentía como una total desconocida, había dejado de lado mis principios de jamás relacionarme de esa manera con alguien, además era muy probable que alguien más se hubiera enterado, y por alguna extraña razón, el que alguien mas lo sepa me produce una sensacion incómoda en el estómago, sentí que me traicione a mi misma y peor aun senti como si hubiera
traicionado a Gale...

A mi lado, Peeta se movió entre las sábanas y despertó. Me observaba con los ojos entrecerrados y esbozó una enorme sonrisa. De esas que cuando la vez por muy mal que este todo te hace sentir bien.

-Buenos días -me saludó, aún sonriendo, me tomó por la cintura y me apoyó sobre el lado del colchón que yo había dejado libre.
Me quedé pasmada, inmóvil, ni siquiera le respondí el saludo.

-¿Todo está bien? -preguntó, preocupado pero no tuvo respuesta -¿Katniss?, -No sabía que decirle, ni siquiera sabía si
sería capaz de articular palabras coherentes.
-¡¿Katniss?!! -su desesperación iba en aumento y yo aún no me sentía en condiciones de darle una respuesta
-Katniss... ¿Está todo bien? Intenta responderme... Por favor ¿Te hice algo malo? ¿Te lastimé?

-No... -susurré -No se trata de ti...

-¿Entonces?- el pregunto y hablaba tan rápido que me costaba trabajo descifrar lo que quería decirme
-¿Qué pasa? Volvio a preguntar...

-No pasa nada...

-Ven aquí -me ofreció un abrazo, y no dude en aceptarlo, al contrario lo hice instintivamente y gustosa, debo admitirlo, porque aún sabiendo que todo lo que hacía estaba mal, Aún estando entre sus
brazos por mi propia voluntad, era consciente de que mi actitud es mucho más que reprobable... Estando nuevamente entre sus brazos recuerdo lo que Haymitch me ha dicho en numerosas ocasiones

"No me lo merezco... Y ni viviendo 100 vidas llegare a merecerlo"

Soy una persona tan cruel y vil, tan miserable, capaz de fingir estar enamorada de alguien que en verdad estaba enamorado de mí sólo para permanecer con vida y mantener a salvo a mis seres queridos.

Cuando se acercó para besarme, no me aparté ni ofrecí resistencia alguna, sólo me dejé llevar por esa
sensación agradable de sus labios sobre los míos.
-Tú sabes que lo estás utilizando -dijo mi conciencia en voz firme, pero decido ignorarla...

-Deberías ser franca con él y lo sabes -me dice nuevamente esa voz en mi cabeza.

-Mañana... -respondió mi parte verdaderamente consciente

-Se lo diré mañana!!




Cap. 4




Mientras Peeta me besaba, intentaba recordar que

habia pasado anoche y como es que habia pasado

esto, en algun momento desconecte mi

cerebro...pero no entendia como habia sido eso

posible.




Por mas que estrujaba mi mente intentando

recordar...recuerdo que fui yo quien le pidio que se

acercara, que fui yo quien empezo a besarlo, que fui

yo quien aumentaba poco a poca la intensidad de cada

beso sin siquiera ponerme a pensar en las

consecuencias, al principio el realmente estaba nervioso, principalmente por mi cambio de actitud... Nos tumbamos en el sillon y continuamos

besandonos, sentia sus manos recorer cada

centimetro de mi cuerpo, sentir a peeta tan cerca de

mi me hacia sentir viva, humana, el calor de su tacto

desperto sensaciones que nunca habia

experimentado y que jure jamas hacerlo, puesto a que muchas veces estos actos dan pie a la formacion de





una familia, algo que yo no queria, pero




-¿Por que lo




seguia besando? ¿Por que no me detenia? ¿De




verdad era yo quien deseaba esto y solo usaba de




excusa al presidente para ocultar mis verdaderos




deseos?













De pronto con una facilidad como si levantara una




pluma me cargo y se dirigio a mi cuarto




conmigo en brazos... Llegando a mi cuato nos




colocamos en la cama y continuo besandome, sentir




su cuerpo junto al mio era una sensacion agradable




que en este momento realmente estaba disfrutando... De pronto se detuvo y me miro de una forma




realmente extraña, era la primera vez que el me veia




así o al menos que yo lo notaba, podia ver en sus




ojos algo dificil de describir, habia en ellos sorpresa e




incredulidad, tal vez no podia creer lo que estaba




pasando y la verdad yo tampoco!! Sus mejillas estaban ruborizadas, acariciaba mi rostro y colocando




los mechones de cabello detras de mi oreja, me




miraba como si fuera la unica cosa bella sobre la




tierra, me miraba como si no me hubiera visto en mil




años y como si no me fuera a ver en mil mas.






















-Eres tan hermosa, -Dijo en un tono dulce, habia tanta paz y amor en su voz... -Yo solo sonrei, entonces el,




dedicandome una gran sonrisa me dijo:













-¡¡TE AMO!!













Su confesion me tomo por




sorpresa, asi que solo me acerque y lo bese en los




labios de la forma mas dulce que pude...no me




detuve por que al acerlo tal vez tendria que dar una respuesta a su confesion y la verdad es que a estas




alturas no sabria que decir... "En la arena interprete el




romance lo mas que pude, pero hubo ocaciones en




las que realmente no sabia que sentia por el, la




verdad es que sigo sin saberlo".













-¿En que momento paso? Eso no lo se!! Pero




realmente estaba disfrutando de los besos de Peeta,




así que simplemente me deje llevar... Al salir de mis pensamientos, seguia entre sus brazos




, el acariciaba mi cabello y fue cuando mi




mente me empezo a bombardear con preguntas
como
-¿Como pudiste? ¿Como puedes ser tan vil de fingir
grado de estar con el?
Pero la realidad es que no se en que momento paso solo se que despues de los
primeros besos hubo un momento en el que deje de
fingir... El me miro y me sonrio, sabia que debia decirle la
verdad pero -¿como podria hacerlo?, ¿como podria
romper este momento?...sabia que no podia asi que
segui repitiendome

-¡¡Mañana, se lo dire Mañana!!






Cap.5

Antes de hablar con Peeta, y romperle esa burbuja de amor y esperanzas que yo misma le habia creado, tenía un asunto aún más importante que atender.

Se me ponian los nervios de punta de solo pensarlo, mis piernas temblaban y mis manos no se quedaban quietas mientras esperaba sentada en un sillón de
cuero, situado en un amplio vestíbulo recubierto de mármol y granito, con un candelabro formado por complicadas curvas de cristal sobre mi cabeza y ese asqueroso olor a rosas del Capitolio me rodeaba.

La espera se me hacía eterna, entre más tiempo estaba ahí, más nerviosa me sentía. Me asustaba
pensar que los nervios pudieran tomar el control de la situación y empezar a llorar o berrear en ese
mismo instante, por que se que no podria contenerme y algo malo podria pasar...

Con toda la fuerza de la que fui capaz, me contuve y en lugar de destrozar el delicado cuero que cubría mi asiento me dediqué a
sosegar mi respiración y relajar cada músculo de mi cuerpo, -estaba aterrada, pero de ninguna manera permitiría que alguien lo notara.
-Puede pasar señorita Everdeen -me anunció un agente de la paz,
mostrándome el camino que concluía en una puerta de madera oscura, muy gruesa con el escudo de Panem tallado en el centro.

Tomé aire por última vez antes de que el aroma pestilente de las rosas del Capitolio lo inundaran todo y me atacaran las náuseas. De nuevo me encontraba frente al
presidente Snow.

-Puede retirarse -le indicó al agente, el cual cerro la puerta con un golpecito sordo, apenas audible, pero que hacía patente el grosor y el peso de la puerta. Al cerrarse la puerta, me sentí como si me hubieran aprisionado en una jaula y sólo él tuviera la llave.

Entrecruzó los dedos y me miró, con una sonrisa burlona y condescendiente.

-Bien, señorita... ¿Qué tiene para mí el día de hoy? -junto con su voz, el ambiente se llenó del mismo
aroma a sangre que percibí cuando me visitó en mi casa de la Aldea de los Vencedores, antes de la Gira
de la Victoria.

-Usted me pidió pruebas contundentes - repuse, asombrada de haber conseguido articular una frase comprensible, me sentí aliviada al escuchar mi voz un
tanto firme, no como el chillido que imaginé que saldría debido al pánico.

-¿Y las tiene? -separó sus manos y las extendió sobre su amplio escritorio, el cual estaba hecho de la misma madera que la puerta a juzgar por el color, y detrás
había un vitral, muy impresionante debo admitirlo, con el sello del Capitolio diseñado con cientos de
miles de pequeños cristales, el cual dejaba pasar la escasa luz del Sol que podía pasar a través de las densas nubes.

-No por el momento, pero tengo motivos firmes para asegurarle que, en menos de lo que usted se lo
espera, podré darle la mayor prueba que pueda necesitar, tanto
usted como todo Panem -con cada palabra que salía de mi boca sentía la convicción de hacerse más y más firme.

-No me caracterizo por ser una persona paciente señorita Everdeen -repuso él, soltando un
bufido... -Espero que esa prueba que usted me asegura es ''todo'' lo que pudiera necesitar, sea más
convincente que sus estúpidos abrazos y besos en las plazas de los distritos. Me estremecí al recordar la coordinación tan precisa del Distrito 11 al ejecutar el saludo de mi distrito; llevándose tres dedos a la boca y alzándolos en el aire... Me abrumó la sensación de saber que era yo la que había dejado caer la primera gota de lo que, rápidamente, se convertía en un gran océano dispuesto a inundar el Capitolio.

-Como le dije antes; puedo asegurarle que tendrá las evidencias que requiere -sentí asco de mi misma, negociando con el presidente, jugando bajo los
términos del Capitolio.

-Espero con ansias que llegue el momento de volver a verla, señorita Everdeen -sonrió estirando
sus tétricos labios -Ésta vez le doy una oportunidad, pero la próxima vez sólo tiene dos opciones; darme
lo que le estoy pidiendo... O que usted jamás vuelva a decir una sola palabra... -con una seña me indicó que podía salir.

Me levanté de mi asiento y recorrí la poca distancia que había entre el escritorio y la salida. En ese momento el presidente me detuvo: -Le ruego, señorita que por favor, que recuerde los términos de
nuestro acuerdo -volvió a sonreír y yo me limité a asentir.

Cuando me acerqué a la puerta, ésta se abrió y vi a dos agentes de la paz, que me escoltaron hasta el
vestíbulo. Uno de ellos, el que iba a mi derecha, levantó un poco el guante que cubría su mano
izquierda y entonces lo vi; el grabado de un sinsajo en un brazalete de oro. En ese momento sentí que no todo estaba tan mal, y recordé como el presidente,
estratégicamente había esperado hasta el último instante de nuestra cita para recordarme ese maldito
trato.

Con el chasquido de la puerta principal del edificio detrás de mi pude ver claramente una escena
similar, sólo que esta había tenido lugar hacia apenas dos meses atras...

*FLASHBACK*

Mi madre había acompañado a Prim al colegio, seguramente había
un evento importante. Nadie me dijo nada, y yo no era la clase de personas que iba a lugares a donde
no le han invitado. Decidí volver a mi antiguo hogar en la Veta, quería sentirme cerca de mi padre, cerca de Gale, cerca de mi antigua vida, donde a pesar de todas las carencias, me daban una ligera sensación de que era dueña de mi misma, al menos un poco.
Todo eso se había perdido en el momento en que salió el nombre de Prim de la urna y yo, sin dudarlo,
me ofrecí voluntaria para ir en su lugar. La Veta me resultaba tan familiar que casi era como regresar un año atrás, cuando todo parecía un poco mejor. Justo en el momento en el que entré, unas palabras en la oscuridad me tomó completamente por sorpresa.

-Buenas tardes señorita Everdeen, -mi cuerpo se heló al reconocer la voz del gobernante de Panem.
-Buenas tardes... -traté de sonar tranquila, pero sentía como el pánico se apoderaba de mi cuerpo
poco a poco. Encendió la luz y pude ver que estábamos completamente solos... No tenía armas a la mano, estaba completamente indefensa y él,
sentado plácidamente en un sillón que definitivamente no pertenecía a ese lugar, demasiado exuberante con sus curvas que recordaban los
pétalos de una flor con el tono y el brillo exactos de una perla.

-Así que nos encontramos de nuevo, Chica en Llamas... -cada
palabra rebosaba condescendencia, casi lástima,
sonreía de una manera que solo podría definir como sádica.

-¿Puedo ayudarle en algo? -no sabía que decirle, como hablarle o en que tono debía hacerlo, así que
opté por ser formal y cortés; me parecía que era la forma menos probable de que me matara en
ese mismo segundo.

-Puede ayudarme mucho más de lo que cree -se recargó aún más contra su asiento, el cual se hundía
bajo su peso y la tela aperlada se fruncía justo ahí donde hacía más presión. Esperé y asentí, para que continuara hablando. Estaba a la defensiva a pesar de saber que
era completamente vulnerable sin arco, ni flechas, ni ningún otro tipo de arma a mi alcance, y él tenía a
todos los agentes de la paz a su disposición, a la espera de la orden para matarme sin piedad.

-Su truco de las bayas llegó más lejos de lo que creíamos -arrugó la nariz, visiblemente molesto de
sólo mencionar el tema, -Cualquiera pensaría que estaba... Desafiando abiertamente al Capitolio...Y a mi parecer -dejó la oración al aire, esperando que yo la
terminara.

-Es una lástima que me haya malinterpretado de esa manera -no supe como habían salido las palabras tan fluidas de mi boca -Jamás fue mi intención que lo interpretaran como una oposición, sino todo lo contrario; simplemente
no podía soportar la idea de vivir sin el... De volver aquí, a mi hogar sin el!!

-Así que, según usted, todo Panem tiene razón; fue un acto de amor... -hablaba con el tono de una persona que conoce toda la verdad y que, aún sabiendo, espera que le mientan. Yo debía mentir, y tenía que hacerlo bien.

-Por supuesto que si -suspiré, en un intento por aliviar la tensión...-Estaba desesperada, no tenía idea de como actuar, yo contaba con que ambos pudieramos ser los
Vencedores de los Juegos, dado el cambio de reglas, aunque regresaron a la normalidad en cuestión de días... Al parecer no le gustó para nada que mencionara el nunca antes visto cambio en las
normas de los Juegos y su posterior revocación.

-No le compete a usted, ni a nadie, cuestionar el manejo de los Juegos.

-No pretendo cuestionarlos, ni entenderlos, ni cambiarlos -repuse
-Sólo expongo mis puntos.

-Perfecto. Ahora, permítame exponer un punto importante;-Usted, Chica en Llamas, se ha convertido en un símbolo de rebeldía en los Distritos de Panem. Es toda una pena, dado que usted no trataba de retar al Capitolio... -¿No es así?- Su pregunta me hizo vacilar un poco
-¿Rebeldía? ¿Acaso los Distritos planeaban de nuevo una revuelta
como la que precedió a los Días Oscuros? No quería ni pensar en las consecuencias que una nueva
revolución podrían provocar. ¿Acaso no habían aprendido nada del castigo al Distrito 13? ¿No eran Los Juegos del Hambre un recordatorio anual del poder del Capitolio, que nada ni nadie podía
derrocar?
-Sí, francamente me siento avergonzada -me asqueaban mis palabras conforme las iba
pronunciando -No era esa mi intención, no buscaba darle un mensaje a los ciudadanos de Panem, y mucho menos uno de esa magnitud...

-Le propongo un trato, señorita Everdeen... Convenza al país de que su verdadera intención era salir con
vida del estadio junto a su compañero que, por casualidad o
por destino; ¡¡Resulta ser también el gran amor de su vida!! Dio una palmada con un entusiasmo excesivo y mal actuado que lo hacía verse aún más tétrico. -Y yo, no diré ni haré nada respecto a esto... -Me tendió una bolsa que, en apariencia y peso estaba vacía. Al abrirla y darle un vistazo reconocí al instante una de las trampas que solía utilizar Gale en el bosque, un lazo para el cabello de Prim y un trozo de papel, ya amarillento, en el cual se pude distinguir la escritura pulcra de mi madre.

-Es un trato -le dije con voz firme,
dándole la mano y sintiendo sus dedos cerrarse en torno a ella, con la bolsa aún apoyada sobre mis
piernas. Mi autocontrol me sorprendió en ese momento, jamás me imaginé siendo tan hipócrita,
pero no me importaba, mentiría, sonreiría, haría lo que fuera con tal de mantenerlos a todos a salvo.

*FIN DEL FLASHBACK*

Y ahora, a cinco meses de haberme encontrado al presidente en la penumbra de mi antiguo hogar, y
tras haberme sentado frente a él en su oficina con ese asqueroso hedor a rosas, había llegado el
momento que, si dependiese de mí, hubiera pospuesto eternamente.
-Tengo que decirle todo a Peeta.

De regreso en nuestro distrito...me escondi por unos dias en casa hasta estar segura de mi siguiente paso y al fin lo estoy...

La casa que pertenecía a Peeta en la Aldea de los Vencedores era muy similar a la mía, al menos en
apariencia. Dentro de ella se
aspiraba el delicioso olor de la canela. Recorrí el pasillo,asegurándome de que no había
nadie más. Mi inspección me confirmó que, efectivamente, sólo nos encontrábamos el y yo.

-Tengo que hablar contigo... -Es importante -me apoyé sobre el marco de la puerta de su habitación, esperando su respuesta.

-Justamente te iba a decir lo mismo -me sonrió, como de costumbre... -Tengo algo para ti. Me sentí aún peor conmigo misma al ver esa sonrisa cruzando su rostro
sabiendo que mis palabras la arrancarían y apagarían esa chispa que relucía en sus ojos. Me hizo
una seña para que me acercara y entré en su habitación. Ahí dentro el olor dulce del resto de la casa se perdía, para ser reemplazado por un tenue aroma a miel y granos de café.
-Siéntate -dijo, señalando la cama. Le obedecí, Sentía los latidos de mi corazón en la garganta y la sien.
-Ahora, cierra los ojos, sonriendo de manera tenue lo obedeci, ahora solo podía ver el interior de mis
párpados, un poco rojizos. Mi ritmo cardíaco se aceleraba cada segundo, apostaría a que él lo percibiría si se acercara un poco.
-Bien, ya puedes abrirlos -al hacerlo lo primero que vi fue a Peeta, de
rodillas delante de mi, con una pequeña cajita rectangular. Si antes tenía el pulso por las nubes
ahora había desaparecido por completo; Mi corazón,mi mente y mis nervios me fallaron, me quedé en blanco. Él abrió la cajita y me permitió ver una sencilla argolla dorada, la cual tenía los bordes de un tono rojo metálico que, a la luz del Sol, parecía estar en llamas con los destellos naranjas y amarillos.

-Katniss Everdeen -comenzó, un tanto nervioso -Mi chica en llamas... -escuchar mi apodo me hizo reír un
poco, raras veces el me llamaba de esa manera, aunque era la primera vez que el utilizaba la palabra "mi"

-¿¿Quieres casarte conmigo??











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